Desde esta hora que
vivimos podemos plantearnos qué utopía sería nuestra bandera.. En la
educación, el profesor debería ser más un enseñante-pedagogo que un pequeño rey
que todo lo sabe, que nunca se equivoca, que no da marcha atrás ante un error, y
que no hace autocrítica pública ante sus alumnos. Un profesor debería de
preguntarse que parte de culpa tiene él cuando en una clase hay muchos
suspensos. Debería un profesor aceptar una nota de sus alumnos, y que ésta
sirviera para definir su trayectoria profesional. Ahora que está de moda el
tema de Mourinho, cabe preguntarse si el entrenador, si el profesor en nuestro
caso, nunca se equivoca y todo lo que
haga no tienen ningún control ajeno. Seamos utópicos cono nosotros mismos y
pidamos esfuerzos y más para pasar de curso.
Si consideramos que la
utopía es soñar, yo personalmente soy partidario de una cierta dosis de sueño o
utopía para cada uno de los proyectos que tenemos en la vida. La utopía es y
será esa pizca de pimienta y sal que tiene un guiso, y en este caso nuestra
propia aventura de cada día. Nada sería igual sin el sueño, sin esa apetencia
por romper moldes, por romper esquemas fijos y premeditados, que a todos nos
parecen inquebrantables.
Supongo que todo científico,
en el campo que sea, sin ese sueño suyo que todo lo cuestiona y su propia
utopía no podría abrir nuevos campos de investigación y en consecuencia de
progreso para la sociedad. En resumen, apuesto por el sueño y la utopía para
nuestras vidas del presente y del futuro.
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