Existe otra la leyenda, de las que gustan tanto en
Sevilla, que nuevamente tiene que ver con el Cristo de “El Cachorro”. El 26
Febrero de 1973, un infeliz incendio en la capilla de la hermandad trianera,
acaba con la imagen de Ntra. Sra. del Patrocinio reducida a cenizas y la imagen
del Cristo de la Expiración quemada por los pies y piernas. De no ser por D. Rafael Blanco Guillén (el salvador
del Cachorro), que con todo el valor del mundo, entró en la capilla del
Patrocinio en llamas, el Cachorro se hubiera visto destruido por las llamas.
Gracias a Dios, no fue así y la imagen se pudo salvar, aunque los hermanos Cruz
Solís tuvieron que restaurarla, ya que los pies y piernas del Señor se vieron
afectados por el fuego.
Por otro lado, en el cementerio de Sevilla, en la parte izquierda del interior del panteón del insigne arquitecto sevillano D. Anibal Gónzalez Alvarez-Ossorio, director de las obras de la Exposición Iberoamericana que tuvo lugar en Sevilla en 1929, y –dicen- hermano de la hermandad del zurraque, existe una copia del Cristo del “Cachorro” que -aunque demacrada por la humedad, las temperaturas y la falta de luz- asemeja sorprendentemente a la imagen del cristo expirante que se halla en Triana.
Por otro lado, en el cementerio de Sevilla, en la parte izquierda del interior del panteón del insigne arquitecto sevillano D. Anibal Gónzalez Alvarez-Ossorio, director de las obras de la Exposición Iberoamericana que tuvo lugar en Sevilla en 1929, y –dicen- hermano de la hermandad del zurraque, existe una copia del Cristo del “Cachorro” que -aunque demacrada por la humedad, las temperaturas y la falta de luz- asemeja sorprendentemente a la imagen del cristo expirante que se halla en Triana.
Aquí es donde entra Sevilla, que engendró otra leyenda. Se
empezó a especular sobre la talla del cristo y la versión legendaria cuenta que
con la acción del fuego sobre la escultura, ésta tuvo tantos desperfectos que
hubo que “quitarla de en medio” y hacer una copia fehaciente pero sin que la
gente de a pie se percatara. La misma interpretación dice que la hermandad
decidió llevar la imagen damnificada al panteón de tan célebre hermano.
La versión contrapuesta, la sostienen los familiares del
arquitecto, que manifiestan que ciertamente es una reproducción muy fiel al
original, pero que no es el verdadero Cachorro, pero aún así siempre hay quien
afirma que es la verdadera talla que realizara magistralmente el escultor Ruiz
Gijón.
A partir
del incendio, la leyenda corrió como la pólvora y el panteón del arquitecto
hispalense, se convirtió en lugar de peregrinación de miles de curiosos, para
comprobar la autenticidad del cristo que expira en el cementerio de San
Fernando de Sevilla.
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